La producción de sal depende en gran medida de las condiciones meteorológicas: una tormenta con fuertes lluvias puede perjudicar la cosecha, ya que no sólo el exceso de agua dulce afecta al grado de salinidad, sino que también puede dañar los diques que separan las distintas cuencas.
Fuera de los meses de verano, los salineros dedican parte de su tiempo a restaurar las marismas: limpieza, nivelación del fondo de las cuencas, creación de islas de nidificación y mantenimiento de la flora. Para muchos de ellos, otra parte de su tiempo se dedica también a una actividad complementaria de horticultura o viticultura.
Los marismeños de la isla de Ré son actores clave en la salvaguardia del medio natural. Contribuyen a preservar la rica biodiversidad, la flora y la fauna de este entorno vivo modelado por el hombre; mantienen los estanques y los diques de arcilla y velan por el ajuste diario de los niveles de agua.
La producción de sal en la isla de Ré se inscribe en la corriente «Slow Food» del mundo culinario, ya que se trata de un producto 100% natural, auténtico y sin refinar.
Flor de sal al coñac, Flor de sal al Safran, Flor de sal al Pineau, Flor de sal al caviar, Flor de sal a la trufa, Flor de sal al Basilic, Flor de sal al Cèleri bio, Flor de sal al gingembre bio, Sal marina para parrilladas, Sal marina para potager, Moutarde d’algues, Moutarde et mayonnaise à la Salicorne, ¡hay para todos los gustos!
Desde hace más de mil años, la sal de la isla de Ré, sin tratar ni lavar, se recoge a mano en las salinas de Ars en Ré y Loix. La Fleur de sel de l’île de Ré está considerada una de las sales más finas y sabrosas del mundo.
Es imprescindible en las mejores mesas y en la gastronomía por su acabado perfecto y exclusivo de los platos, su sabor sutil y su crujiente inimitable. Rica en magnesio, aporta numerosos minerales esenciales para nuestro organismo.