Mientras pedalea por las marismas de la isla de Ré, tendrá la suerte de ver a los sauniers cosechando en el fondo de las «aires sonnantes». Estas zonas de recolección, que modelan el paisaje, desempeñan un papel fundamental en el encanto de la isla.
En el corazón de las salinas de la isla de Ré, en la superficie de los estanques se forma un tesoro cristalino: la flor de sal. Esta fina capa de cristales blancos, cosechada meticulosamente por los salineros, es mucho más que un simple condimento: encarna la esencia misma de la tradición y el saber hacer de la isla. Cada grano es fruto del trabajo artesanal y de una íntima relación con la naturaleza.
La recolección de la flor de sal es un proceso delicado que requiere paciencia, pericia y sensibilidad a las condiciones ambientales. Cuando las condiciones meteorológicas son favorables, se forma una fina película de cristales de sal en la superficie de las salinas, creando la preciada flor de sal. Los salineros, equipados con sus herramientas tradicionales, recorren entonces cuidadosamente los estanques, cosechando a mano esta delicada capa, generalmente desde principios de junio hasta finales de septiembre.