Con una sonrisa en la cara, con el corazón lleno de alegría, se sube a su vehículo de dos ruedas, tarareando «à Bicyclette» de Yves Montant, mientras recorre las pistas de la isla de Ré.
Le espera una fascinante variedad de paisajes, desde páramos salvajes a salinas resplandecientes, pasando por pinares que desembocan en playas y pueblos encantadores. Con una longitud de 30 km y un paisaje principalmente llano, la isla es un auténtico paraíso para los ciclistas aficionados, con 138 kilómetros de carriles bici.
Naturaleza y cultura en bicicleta
Puede recorrer toda la isla en bicicleta u organizar sus salidas por temas para hacerlas más divertidas.
Los senderos naturales propuestos por la oficina de turismo, como «Le chemin de la forêt» y «Le chemin des marais salants», recorren los paisajes únicos de la isla.
Un circuito por las marismas saladas ofrece un paseo de unos veinte kilómetros, de entre 2 y 3 horas de duración. Mientras recorre estas zonas características de la isla, tendrá la oportunidad de conocer a los salineros.
Pero eso no es todo, ya que también tendrá la oportunidad de disfrutar a su ritmo de los lugares patrimoniales que encontrará por el camino. Desde La Flotte, diríjase a la Abadía de los Châteliers. Desde allí, abandone su montura y continúe a pie por parte de la ruta hacia Fort la Prée.
Las rutas del norte le llevarán a la reserva natural de Lilleau des Niges, uno de los patrimonios naturales más importantes de la isla, donde la observación de aves es tan fascinante como encantadora.